1.09.2020

Mariana




Te paras frente al espejo y trazas un ojo por encima del ojo. Con lápiz negro y afilado escribes minuciosamente el contorno de ese centro acuoso que da vida a tu cara.Le dibujas una forma nueva, lo alargas más allá, hacia un costado de tu rostro, hacia el cabello que cae en ondas por la espalda, oscuro y gitano.

Quieres parecerte a otra cara imaginada, levemente intuida, quieres que al mirarte, el que te mire piense que no eres tú la que está mirando, que tu centro acuoso denote otros pensamientos, y que esconda bajo llave lo que tú sientes.













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