1.09.2020

Un tesoro irrepetible


Asomados a la cubierta del barco que nos llevaba a la isla, vimos el fondo de la mar océano. Yo había soñado la noche anterior que en la arena de esa playa encontrábamos tesoros ocultos: algunos collares de piedras azules, cadenas de plata, anillos, diademas y cruces de piedra caliza bordeando los cofres, porque el tesoro, claro está, era resguardado por antiguos muertos, y de los huesos de esos muertos estaba hecha la arena de la playa. Una playa densa y blanquísima, cegadora como mi sueño. No encontramos nada a nuestra llegada. Es decir, la playa, el mar transparente, peces de todos los colores, una quietud perturbadora, troncos de palmeras derrumbadas que llegaban hasta el agua, el cielo calmo, la quietud, el silencio. Los tesoros habían sido saqueados hacía tiempo, y sin embargo, esa isla en la soledad del mar, los corales que podían verse desde la orilla, los peces, las aves marinas y nosotros, temibles intrusos, componíamos en la tarde una visión que de alguna manera quedaría enterrada en la arena de ese lugar: un tesoro irrepetible. Luego alguien soñaría con esto y tomaría un barco para venir a buscarlo.





Para Nidia Bonnet de Wdowik

1 comentario:

  1. asi mismo lo soñamos tantas veces.... y los piratas buscaban tesoros hasta en la soda... no cabe la mas minima duda... Gracias!

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